Frasier decide colaborar en un proyecto humanitario con sus compañeros de trabajo, ayudando a construir una casa. A pesar de que resulta ser más una carga que una ayuda, sigue adelante y comienza a encariñarse con la construcción. Se siente tan unido al nuevo edificio, que cuando la familia Grant se muda allí, Frasier se convierte en un improvisado decorador.