Después de que pasaran por alto su ofrecimiento al puesto de jefe del servicio de urgencias, Pratt está decidido a abandonar su trabajo y el condado para trasladarse a otro hospital en el que su talento sea apreciado como él cree merecer. A su vez, tendrá que hacer frente a la llegada del hijo de una ex miembro de urgencias, ingresado tras una caída jugando al béisbol. Lo que parecía un simple golpe revelará, tras una serie de pruebas, un problema más grave. Mientras tanto, Sam verá en una paciente, con un tobillo muy malherido y un terrible secreto, un reflejo de sí misma. Por si fuera poco, la llegada de la bella prima de Neela revolucionará el centro, especialmente a Harold y Morris, que competirán por llamar su atención.