El 27 de diciembre de 1991, el vuelo 751 de Scandinavian Airlines tuvo un aterrizaje forzoso sin víctimas fatales poco después de que ambos motores fallaran momentos después de despegar. El hielo formado en las alas se desprendió y fue succionado por los motores, causándoles daños internos. Un sistema de aceleración automática (que los pilotos desconocían) contribuyó a la falla.