La premisa por la que se rige 'El Consultorio de Berto' es sencilla: vosotros preguntad lo que queráis y Berto responderá lo que le dé la gana. Con estas reglas tan simples es normal que el consultante, el espectador o la espectadora, no tenga vergüenza. Sus dudas acaban siendo del tipo de si el tamaño de la nariz de Berto tiene relación con el de su pene, tienen el valor de poner en entredicho el éxito del programa o el desparpajo de pedirle a Berto que les cree un discurso para una boda de una prima.