Goro se convierte en lanzador de bateo para el equipo senior japonés para ayudar a su desarrollo contra los jugadores profesionales, pero también espera ganar el respeto suficiente en el montículo para convertirse en un jugador del equipo japonés en el Clásico Mundial de Béisbol. En casa, Taiga y Goro trabajan juntos para mejorar su control de lanzamiento externo y la velocidad de su bola rápida. El problema es que se olvida de contarle todo a Shimizu, pero su sueño de seguir al jugador de béisbol evita que se enoje demasiado por eso.