Las llamas de Rin no pueden controlarse y empieza a quemarlo todo. Arthur Augusto Angel, un paladin del Vaticano llega para llevárselo y seguramente condenarlo a muerte. Mientras todos los demás se debaten entre que hacer con Rin al saber que es hijo de Satán. Al final deciden ir a un templo en el cual se puede arreglar la espada de Rin para volver a sellar sus poderes. Mientras Amaimon aparece en la sede del Vaticano.