Steve se ha comprado un nuevo Mercedes, y le ha cogido tanto cariño que no deja que nadie se le acerque, ni siquiera Marcy, que tiene prohibido conducirlo. Sin embargo, Peggy la convence para que no se deje avasallar y salga a dar un paseo con el coche. Marcy no sólo hace caso a Peggy, sino que además abolla el Mercedes al chocar contra una boca de riego. Steve no sólo está devastado, sino que el disgusto le ha provocado impotencia y es incapaz de responder a los avances con los que Marcy intenta compensar el accidente.