Al deja sin reparar un agujero en la valla de su patio trasero y Buck, el perro de los Bundy, aprovecha para escaparse cada dos por tres y dejar preñadas a la mayor parte de las perras del barrio. Cuando uno de los vecinos amenaza con demandar a los Bundy por negligencia, dado que si hubieran arreglado la valla podrían haber evitado que Buck montase a su caniche de competición, Steve sugiere que la solución podría ser castrar a Buck, pero Al se niega en redondo.