Al pasa a recoger a Steve por el banco en el que trabaja, y aprovecha para darse un garbeo por la caja fuerte para jugar con el dinero. Al día siguiente, el banco denuncia la desaparición de un millón de dólares y Bundy es el principal sospechoso. Aunque Al niega haber robado la suma, nadie le cree. Aprovechando la codicia de su familia, Al consigue que todos cumplan incluso el menor de sus deseos informándoles de que si tuviera el dinero nunca lo compartiría con gente que le trata tan miserablemente como ellos lo hacen.